Maria Luisa de Parma, la reina adúltera
La mayoría de los historiadores parecen estar de acuerdo en catalogarla como una de las reinas menos apreciadas de la Historia de España.
María Luisa vino al mundo un 9 de diciembre de 1751 en Parma. Hija de Felipe I y de la princesa Luisa Isabel de Francia, fue nieta del Rey Luis XV. Recibió una educación excesivamente permisiva y tolerante en cuanto a moralidad para la época. De carácter manipulador, intrigante y dominador, su reinado fue uno de los más nefastos de la Historia de España.
En el año 1756 contrae matrimonio con su primo carnal Carlos IV, hijo del Rey Carlos III, y se convierte en Princesa de Asturias y heredera consorte al trono español.
Ya en sus primeros días en la corte muestra cierta facilidad para el coqueteo, y su suegro parece darse cuenta de la querencia de la princesita por los guardias de palacio. Su hijo, el futuro Rey Carlos IV, es de naturaleza ingénua y distraida, por lo que Carlos III decide tomar cartas en el asunto y mantiene a cierta distancia a la princesa de sus merodeadores.
En 1788 Carlos IV es proclamado Rey de España al morir su padre y María Luisa tiene el camino libre para dar rienda suelta a sus instintos más primarios y, a la vez, empezar a controlar todos los resortes del poder del reino.
Tuvo 24 embarazos a lo largo de su vida, con 14 hijos y diez abortos, lo que causó un deterioro físico importante que sumar a su fealdad natural. Perdió toda la dentadura y se vió obligada a usar prótesis para disimular dicha carencia. El genio de Fuendetodos, don Francisco de Goya, supo plasmar con maestría todos esos defectos en el famoso lienzo que se encuentra en el Museo del Prado.
¿Cornudo consentido?
A pesar de que tuvo varios amantes, es Manuel Godoy la figura más importante de todas por su importancia en los destinos de España. Godoy era un apuesto e inteligente guardia de corps que llegó a ser valido real y Príncipe de la Paz, previo paso por el tálamo de la reina. Protegido por ella, cayó en gracia a su real esposo que le otorgó todo el poder del estado y, además, le ofreció su amistad.
¿Es posible que el Rey no se diera cuenta de los cuernos reales que le ponía su esposa? Tal vez acostumbrado a abatir ciervos y venados, pasatiempo habitual en él y que le mantenía alejado de palacio, no se planteara tal posibilidad. Hay gente muy distraída, ya ven.
En los mentideros de la corte se apuntaba la posibilidad de que el rey, la reina y Godoy formaran un grupo compacto, vamos lo que todo el mundo entiende como un "menage a trois" en toda regla, porque era imposible creer que Carlos IV no estuviera al corriente de los escarceos sexuales de su regia esposa y de su "amigo". En las tabernas de Madrid eran habituales las chanzas acerca de la paternidad del monarca, al que más de uno no veía ningún parecido con sus supuestos vástagos.
El 2 de enero de 1819, en el exilio de Roma, fallecía Doña María Luisa de Parma, reina de España, nombrando heredero universal de todos sus bienes a Godoy, que estuvo a su lado en sus últimos momentos. Al parecer, en su lecho de muerte reveló a su confesor privado, Fray Juán de Almaraz, que ninguno de sus hijos era fruto de su unión con el Rey Carlos IV y que, por tanto, la dinastía de Borbón se había extinguido. Este supuesto documento nunca apareció oficialmente, aunque varios autores como José María Zavala en su libro "Bastardos y Borbones" afirman que existe. En cualquier caso, ya fuera por venganza hacia su hijo Fernando VII o simplemente como manera de purgar su culpa y remordimientos, este hecho muestra claramente la escasa altura moral de una reina que ya forma parte de la historia negra de la realeza española.
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